2 Factores de riesgo en los adolescentes
Durante la adolescencia, los jóvenes se encuentran inmersos en la resolución de preguntas que fortalecen y definen su identidad y la proyectan hacia distintos escenarios futuros. Estas interrogantes ponen en juego las creencias, los descubrimientos y las rupturas sobre sí mismos y otras personas, sobre el mundo y la sociedad, lo que conlleva la posibilidad de pasar por momentos de crisis, cambio y conflicto.
La conformación y consolidación de la identidad es un proceso personal que se da a través del intercambio de experiencias con los distintos actores que intervienen en la vida, por lo cual podemos considerar a la adolescencia como una etapa de crisis siendo un “peligro y oportunidad” ya que se puede ver como un estado de desequilibrio, pero también como un tiempo en el que el individuo tiene la oportunidad de crecer, madurar y capacitarse para manejar problemas propios de la vida misma.
¿Qué es un conflicto?
El conflicto proviene de la palabra latina conflictus es un compuesto del verbo fligere que significa chocar; así pues, de acuerdo con su origen etimológico, el conflicto es un choque. Siendo este un estado emotivo doloroso producido por una tensión entre deseos opuestos y contradictorios
Los Conflictos de Riesgo
Son aquellos elementos que tienen una gran posibilidad de desencadenar o asociarse a la presencia de algún hecho que afecte la integridad de la persona o la ponga en situación de enfermedad o muerte.
Algunos de los factores de riesgo psicológicos son:
- Insatisfacción de las necesidades psicológicas básicas. Dentro de ellas se pueden destacar la necesidad de autoafirmación, de independencia, de relación intima personal y de aceptación por parte de un grupo.
- Patrones inadecuados de educación y crianza (Autoridad dividida). Se da cuando los padres se descalifican uno al otro en los momentos de asumir reglas frente a los hijos, o cuando la autoridad se usa como mecanismo de disputa para granjearse el afecto o el reconocimiento de los miembros de la familia. Este tipo de educación no permite claridad en las normas y reglas de comportamiento, y provoca en los hijos la desmoralización de las figuras familiares responsables de su educación.
- Ambiente frustrante. Cuando el joven no encuentra manifestaciones adecuadas de afecto, cuando hay censura inmotivada y frecuente hacia su persona; cuando se reciben constantes amenazas, castigos e intromisiones en su vida privada, cuando se aprecia un desentendimiento y alejamiento de las problemáticas que presentan.
Los factores de riesgo sociales son:
- Inadecuado ambiente familiar. Cuando la familia es disfuncional, no cumple sus funciones básicas y no quedan claros las reglas y roles familiares, se dificulta el libre y sano desarrollo de la personalidad del adolescente. Es necesario que exista un soporte familiar abierto, capaz de asimilar los cambios requeridos para la individualización del joven.
- Pertenencia a grupos antisociales. Este factor tiene como causa fundamental la satisfacción de la necesidad de autoafirmación y la necesidad del seguimiento del código grupal. Por lo general, cuando los jóvenes no encuentran una vía adecuada de autoafirmación, tratan de buscarla en este tipo de grupos, en donde la encuentren con facilidad, con el reconocimiento grupal ante la imaginación de sus patrones inadecuados.
- Abandono escolar y laboral. Este hecho provoca que el joven se halle desvinculado de la sociedad y no encuentre la opción de una autoafirmación positiva, al disminuir las posibilidades de comprobar sus destrezas para enfrentar los problemas y asumir responsabilidades, lo cual resquebraja su autoestima y la confianza en si mismo y en sus potencialidades de desarrollo social.
- Nivel escolar, cultural, de salud y económico. Estos son elementos considerados como promotores del desarrollo. El hecho de presentar un déficit en ellos le impide al joven un enfrentamiento adecuado a las situaciones de conflicto.